miércoles, 17 de diciembre de 2008

Acto quinto


Y, sin embargo, tengo sueños por cumplir.

Ya la noche me ha exasperado,

me siento solo en mi mismo anonimato.

Que estremecedora, que fútil,

cuantas ganas de morir me invaden a veces.
Me acostumbre a renacer de mis propias angustias;

antes renacía del viento

. Serenidades que duelen, ocasos que se van marchando sin rumbo.
No he conocido a nadie que pueda amarme mas que tu;

pero te evades, miras por otros ojos,

caminas cornisas que nunca transitaré.
Las ficciones que me provocaste, me vacilan y matan mi llanto.

Se reducen, recrudecen,

inventan imágenes apáticas, pueriles, bastardas.
Rimbaud esta amaneciendo;

me sofoca, menoscaba la esterilidad de mi sombra.
Los despreciables.

Quizás no engañes a mas nadie;

Solo tu locura podría detenerme, y sigo entendiendo que has muerto,

aunque sea insostenible para mí.
Estadísticamente estoy enfermo.

Monto un centauro hacia la nada, asesino mañanas,

cuando me sitúan en un desierto siberiano.
He de pedirle a mi oráculo, que ya no me traiga noticias tuyas.

No hay comentarios: