jueves, 11 de diciembre de 2008

Acto tercero


Noble y sin claridad, se me mueve el piso;

me ha jugado una mala pasada la dicha,

cuando creí que todo podría marchar con norte,

sin querer se desvaneció, se ahogó en miramientos frágiles.
Tuve miles de noches para rencontrarme.

Hoy me han plagiado el dolor,

sube considerablemente por mis venas,

aquel encanto que se fue.
Pesa muy fuerte sobre mi líbido,

el infame segundo de tu

distancia conjugada en recuerdos;

me perdí en tu cosmovisión

cuando más golpeaba la derrota mi puerta.

Y no hay corazón que aguante,

y la luna retoza en ambigüedades que de nada sirven.

Goce con alegrías que se alteran

cuando me doy cuenta que no estás.
No hay vuelo que hasta tu imaginación me lleve.

Tal vez prometí demasiado y

me rendí sin presentar batalla al destino.

Hace mil reinos que mi sombra padece duelos;

solo una vez sentí que aquella vez llegaría hasta ambos

(amor que jamás se concreta).

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